MILITIA SANCTAE MARIAE
Observantia SS. Cordis Iesu et Mariae

ORDEN DE SANTA MARÍA
OBSERVANCIA DE LOS CORAZONES DE JESÚS Y MARÍA
Presentación de la Orden

Caballeros para Cristo Rey
Cristo Rey

    Nuestro Señor nos enseñó a decir: “Santificado sea Tu Nombre, venga a nosotros Tu reino, hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo”. Dios debe ser honrado en sus santuarios, ha de reinar en nuestros corazones, nuestras familias, nuestras ciudades, nuestros países, y todos debemos hacer Su voluntad en todo lo que hacemos, como lo hacen los santos y los ángeles en el cielo.
La realeza sobre toda la creación, Dios la confirió de manera especial al Verbo Encarnado, como lo anunciaron los profetas. “Miré en la visión de la noche y he aquí viniendo sobre las nubes como un hijo de hombre, que avanzaba hasta el Anciano y fue conducido delante de Él. Y Éste le dio poder, gloria y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le servían.” (Daniel VII, 13-14) “Un niño nos ha nacido y un hijo nos fue dado. El imperio fue puesto en sus espaldas; y se le llama Admirable, Consejero, Dios, Fuerte, Padre eterno, Príncipe de la Paz. Su imperio se extenderá y la paz no tendrá fin; y se sentará sobre el trono de David y dominará su reino, lo establecerá y lo afirmará con el juicio y la justicia ahora y siempre.” (Isaías IX, 6-7) Cristo Jesús, Verbo eterno de Dios y primogénito de todas las criaturas, fue ungido Rey sobre todo lo que existe. El es “el Alfa y el Omega, el primero y el último, el principio y el fin de todas las cosas.”(Apocalipsis XXI, 13 - Prólogo de la Regla)
    La diplomacia vaticana pidió a todos los gobiernos cuyas Constituciones reconocían el estatuto de religión de Estado a la Fe católica, cambiarlo y poner la Verdad y las falsas religiones sobre el mismo plano. Sin embargo la Iglesia siempre había declarado que, “como todos los ciudadanos, los gobernantes tienen que devolver a Cristo un culto público y obedecerle.” (Quas Primas)
La Cristiandad Para la salvación del mayor número de almas, la Iglesia ha extendido este reino del Rey de los reyes sobre las naciones y los pueblos por medio de varias instituciones. Estas forman en cierto modo su prolongamiento en el orden temporal que llamamos Orden cristiano, la Civilización cristiana, o la Cristiandad: imperio cristiano, coronación real, monaquismo, terceras-órdenes, cofradías profesionales, paz de Dios, tregua de Dios, caballería, cruzadas... Estas instituciones se vuelven insulsas cuando “los fieles se relajan y pierden el fervor.” Y son restauradas cuando, “bajo el influjo de la gracia divina, hacen penitencia, derraman sus oraciones y testimonian hasta la sangre.” (Prólogo de la Regla)
    A pesar de lo que piensan los marxistas y liberales, la historia no tiene otro sentido que el sentido cristiano. Esto es lo que enseñó el Papa San Pió X : “Hay que volver a decirlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual, donde cada uno se erige en doctor y legislador : no se edificará la ciudad de otro modo que como Dios la edificó; no se construirá la sociedad si la Iglesia no pone los
cimientos y dirige los obras; no, la civilización ya no es algo a inventar, ni ciudad nueva a edificar en las nubes; ya ha existido, ya existe; es la Civilización cristiana, la Ciudad católica. No hay más que instaurarla y restaurarla sin cesar sobre sus bases naturales y divinas contra los ataques siempre renacientes de la utopía nociva, la rebelión y la impiedad: omnia instaurare in Christo.” (Nuestro Cargo Apostólico, 1910) Es a esta cruzada a la que Monseñor Lefebvre ha llamado los seglares cuando declaró: “Tenemos que hacer una Cruzada [...] para restaurar la Cristiandad, así como la Iglesia lo quiere [...] con los mismos principios.” (Jubileo sacerdotal, 1979).


La Caballería

Para proteger y prolongar su acción de apostolado: conversión de los corazones y salvación de las almas, la Iglesia ha escogido ciertos seglares para hacerlos promotores y defensores de los derechos de Cristo Rey en la sociedad. Es así como ha ungido emperadores y reyes, y también, por un rito elevado al rango de sacramental, ha envestido caballeros, confiriéndoles una misión para actuar en lo temporal y la
gracia para permitirles cumplir esta misión. La espada del caballero protege la sociedad católica como la espada de fuego del ángel protege la entrada del paraíso terrestre. Esta misión no es únicamente estática. Ella mira igualmente a “ensanchar aquí abajo las fronteras
del reino de Dios” (Léon Gautier, La Caballería). Si las cruzadas tenían un fin defensivo, y la Iglesia ha condenado la conversión lograda por la coacción, la salvación de los pueblos fue a menudo poderosamente auxiliada por el celo de los príncipes : el imperio romano se volvió cristiano por la voluntad de Constantino en el año 313, Francia fué bautizada con Clodoveo en el año 496, Inglaterra con rey San Edilberto en el año 597, Bohemia con el duque San Wenceslao, martirizado en el año 929, Rusia con el gran príncipe San Vladimiro en el año 988, Noruega con el rey San Olav, Hungría con San Esteban a quien el Papa Silvestre II ofreció la diadema real : fué coronado en Navidad del año Mil y su celo por las misiones le valió el título de “rey apostólico”. La acción del emperador San Enrique, de San Luis, de San Fernando y de los reyes “cristianísimos” de Francia o de los reyes “católicos” de España fue casi siempre determinante. Y no lo fue menos la de numerosos caballeros ilustres o anónimos.


Ordenes

Ciertas instituciones permanentes de la Iglesia y de la Civilización cristiana fueron constituidas en “órdenes”. “Un orden” es el estado común de personas ordenadas hacia un mismo fin. “Una orden” es un grupo de personas que obedecen a una regla y autoridad comunes. Así, la Orden benedictina, la Orden carmelita, la Orden cisterciense pertenecen al Orden monástico. Igualmente, la Orden del Temple, la de Malta o bien la de Calatrava forman o formaron parte del Orden caballeresco. Una "orden" es diferente de un “movimiento” porque éste responde, por definición, a necesidades especificas limitadas en el tiempo y espacio.
Al principio, el caballero estaba estrechamente ligado a la sociedad feudal por el vínculo de vasallaje. Cuando el Papa convocó la primera cruzada, en el año 1095, caballeros que habían dejado su patria se organizaron rápidamente en milicias - en Latín militia significa militar orden u orden de caballería, y miles, caballero - con el fin de unirse de una nueva manera por la defensa de la Cristiandad sobre sus fronteras : la Orden de Cristo y del Temple de Jerusalén, la Orden de Hospitalarios de San Juan, la Orden de San Lázaro, en Tierra Santa contra los Sarracenos; la Orden Teutónica y la Orden de les Caballeros Porta Espadas, en la Europa pagana del Este; la Orden de Avis y la de Cristo, en Portugal; y las Ordenes de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa en España, en el frente ibérico de la Reconquista contra los Moros, así como la Orden de Jesucristo - Militia Christi - fundada por los Dominicos para luchar contra los Albigenses que se convertían en una amenaza contra la Cristiandad en el Sur de Europa.
La Orden de Santa María Es con el fin de responder a la voluntad de los Papas de restaurar la Civilización cristiana que ha nacido la idea de restaurar la caballería, cuya función es propiamente la de promover y defender la Cristiandad, como lo muestra el rito de la investidura del caballero y particularmente la Benedictio Novi Militis del Pontifical Romano. Desde su nacimiento en 1945, la Orden de Santa María ha recibido tanto el apoyo del Reverendísimo Padre Gabriel Gontad, abad de Saint Wandrille, como él de varios obispos que han consagrado nuevos caballeros. La Regla recibió el imprimatur de Su Excellencia Monseñor Michon, obispo de Chartres, quien erigió canónicamente la Orden en la cripta de su catedral. La Orden fue igualmente erigida canónicamente en Ratisbona (Alemania), en Sion (Suiza), en Braga (Portugal) y en Santander (España).
    La Orden ha combatido contra los males de nuestra época, por medio de secciones especializadas, contra el comunismo, la masonería y las sectas, para ayudar a los Cristianos que estaban detrás de la cortina de hierro y a los que se encontraban en prisión en el Occidente, o para promover la doctrina social de la Iglesia con los jóvenes, el ejército y los sindicatos. También, ha combatido el buen combate en el seno mismo de la Iglesia, contra el liberalismo y el modernismo, y finalmente organizó las Romana Colloquia para los Padres conciliares como contrapeso al impacto masivo de los medios de comunicación liberales y de varios grupos de presión.


La Crisis

    Al final de los años sesenta, Monseñor Marcel Lefebvre pidió al Maestre de la Orden si nuestro Obispo Protector, el Obispo de Chartres podría incardinar jóvenes seminaristas como miembros de la Orden. Este proyecto no se realizó, pero el Maestre le propuso entrevistarse con nuestros caballeros de Suiza, quienes en 1968 habían comprado Ecône, una casa que utilizaban para sus capítulos y que podría
posiblemente convertirse en un seminario, lo que ocurrió en 1970. Entre tanto, el magisterio de la Orden había finalmente aceptado el novus ordo missae, lo que causó evidentemente una ruptura dentro de la Orden. Pero ya, algunos jóvenes miembros de la Orden habían entrado en el seminario de Ecône. En 1970, algunos caballeros, que querían mantenerse fieles a la Tradición de la Iglesia, se
organizaron separadamente en una Fraternidad caballeresca y Monseñor Lefebvre confirió la Benedictio Novi Militis a todos sus nuevos miembros. El 19 de marzo 1989 se decidió que una rama tradicionalista de la Orden – la Observancia de los Santos Corazones de Jesús y María – sería creada con la Regla de antes del Concilio. Como Presidente de la Comisión canónica de la Fraternidad sacerdotal San Pió X, Monseñor Tissier de Mallerais, aprobó sus Constituciones.


Los Miembros

    La misión de la caballería en general, como de la Orden en particular, no es específicamente la santificación personal, ni la formación doctrinal, ni la acción caritativa, ni el puro apostolado, aunque todos sean necesarios, sino la acción en favor del advenimiento del reino de Nuestro Señor sobre las instituciones de la sociedad : familia, profesión, ciudad, nación. Como lo dice José de Maistre, la Contra-Revolución no es una revolución al revés, sino lo contrario a la revolución. La Paz es la tranquilidad del orden, según la doctrina tomista: basta con cambiar el desorden en orden con el Príncipe de la Paz. Para ser miembro es necesario ser buen cristiano mas no es suficiente. Es indispensable tener una disposición de pugnacidad espiritual procedente de la pura caridad y ordenada al bien común universal.
Después de seis meses de preparación y la consagración a Nuestra Señora según la espiritualidad de San Luis Maria Grignion de Montfort, el postulante es recibido en la Orden como escudero. Tras dos años de formación, podrá, haciendo votos privados temporales y renovables, convertirse en escudero-donado. Si fue firme en su combate y después de la suficiente preparación el Magisterio de la Orden podrá, tras otros dos años a lo menos, llamarle a la profesión y a la investidura caballeresca. El nuevo profeso pronuncia tres votos privados: Conversio morum, es decir conformar su vida a la Regla; Fidelidad a la Orden: obediencia a la jerarquía de la Orden en los límites de la Regla y ayuda fraternal; y Defensa de la Iglesia, voto análogo al voto de cruzada de defender la Iglesia y sus instituciones hasta con su vida. Recibe entonces el manto blanco marcado con la cruz de la Orden y pasa después la noche en oración: es la vela de armas. La mañana siguiente, después de la Misa, el obispo le da la investidura litúrgica de caballero. Los miembros recitan el oficio parvo de la Virgen y el rosario cada semana, hacen una meditación cotidiana y un retiro espiritual cada año, asisten al capítulo de sus encomiendas, siguen su formación doctrinal y participan en las actividades de la Orden. Las esposas de los miembros de la Orden pueden ser recibidas como hermanas de la misma, y sus hijas como doncellas. Las hermanas que hacen profesión con sus esposos vienen a ser damas de la Orden.
También existen pajes, niños que tienen la ventaja de poder continuar toda su vida lo que han empezado
siendo chicos. Para sostener el combate de la Orden se crearon:
-un Cuerpo Auxiliar que reagrupa personas rezando y actuando con la Orden;
-un Cuerpo de Sostenimiento Espiritual formado por sacerdotes, religiosos, monjas y enfermos que ofrecen
oraciones y sacrificios por la Orden y su combate;
-y Amigos de la Orden que apoyan su acción con ayuda material y moral.